lunes, 23 de mayo de 2011

La elegancia del erizo, de Muriel Barbery

Acabo de terminar de leer y siento que algo me pesa.
Que me falta un poco el aire.


Ayer estábamos con mi suegra en el aeropuerto mirando libros, y de repente le dije que tenía muchas ganas de leer "La elegancia del erizo". Me lo regaló. Y aquí estoy ahora, acostada en el sillón del living frente al fuego, tratando de procesarlo. No sé si la historia me dejó triste, esperanzada, nostálgica, o todo a la vez. Sí sé que si tuviera que elegir un solo estilo para leer el resto de mi vida, sería éste. El de historias sencillas contadas de forma inteligente, donde la soledad, la felicidad y el sentido de la existencia son los temas en torno a los que transcurre todo lo demás.

Muriel Barbery no estudió para ser escritora, y quizá eso mismo la convierte en una escritora excelente. Filósofa francesa, no se queda en las vaguedades obvias que cualquiera podría esperar de su profesión - y de su procedencia, a mi juicio los franceses tienden a ser rebuscados -, sino que convierte las divagaciones sobre la belleza y el arte en el sentido más profundo de la vida. Para mí, que he pasado veintiséis años tratando de encontrar ese sentido, este libro es un regalo invaluable. Soy consciente de la mortalidad y de que nada dura para siempre. Las dos son certezas me angustian y me liberan. Creo que a los personajes de Barbery les pasa un poco lo mismo.

"Quizá estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren".
Paloma.

viernes, 13 de mayo de 2011

Come, reza, ama, de Elizabeth Gilbert

Ayer, una amiga a quien quiero mucho me entregó varios libros. Me dijo que leyera éste primero. Le hice caso y lo acabo de terminar, envuelta en una frazada - hace frío acá - mientras ordeno mis ideas para escribir. No he visto la película, y no tenía muy claro a qué atenerme con una historia que tan rápido se convirtió en best seller. Pero me encantó. Disfruté cada página como si hubiera formado parte de esa jornada de autoconocimiento que muchos deben haber considerado un lujo pero que yo considero una responsabilidad de las más importantes. Conócete a ti mismo, decían los griegos, y tenían razón.

Me gustan las historias cotidianas. Me gusta que la gente escriba sobre lo que hace y lo que piensa, porque siempre he creído que todos somos más o menos lo mismo y, cuando leo este tipo de historias reafirmo mi creencia. Fue fácil identificarme con Elizabeth y su constante búsqueda de respuestas. Disfruté tanto su paso por Italia que ahora sólo pienso en un plato de tallarines. Su viaje por India me hizo anhelar la espiritualidad. Y aunque de Indonesia no logré pensar en nada que me hiciera falta - ya voy a cumplir tres meses de vacaciones casi ininterrumpidas - me gustó la sensación de equilibrio final.

Si tuviera que explicar de qué se trata "Come, reza, ama", diría que es la búsqueda que hacemos todos, todos los días, pero concentrada en un año y tres países. La búsqueda consciente de la felicidad, de la paz, de nosotros mismos. Es un libro que me hizo reír mucho y llorar un poco, y eso siempre es bienvenido.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La caída de los gigantes, de Ken Follett

A diferencia de mi mejor amiga, soy mala para la historia novelada. Me cuesta leer sobre hechos reales de hace tanto tiempo, de tanta importancia, sin saber si lo que estoy leyendo pasó de verdad. Porque además soy mala para la historia en general. Pero bueno, acostumbro a leer todos los libros que me prestan, así que leí a Ken Follett y supe después de mil páginas que la I Guerra Mundial la perdió Alemania. No me acordaba. Culpo un poco a mis profesoras del colegio - no a todas, que conste - que convertían los hechos históricos más entretenidos en un montón de fechas y gobernantes imposibles de recordar.

"La caída de los gigantes" me entretuvo. A pesar de que me costó empezarlo, resultó ser un texto ágil, con muchos personajes bien definidos y verosímiles que se cruzaban en lugares y momentos diferentes, con un par de protagonistas femeninas de lo más inteligentes y defensoras de los derechos de las mujeres en una época en que era mucho peor visto que ahora. Y eso que todavía no todos miran la igualdad de género con buenos ojos, aunque se empeñen en hacer que creamos lo contrario.

¿Lo recomendaría? No sé. Puede resultar largo para alguien que no tenga demasiado tiempo disponible para la lectura. Probablemente si estuviera trabajando - como espero que ocurra luego - me habría costado bastante más enganchar con Follett. Mucha descripción y muchas conversaciones políticas para mi gusto. Pero también un montón de anécdotas interesantes y buenos diálogos, además de relaciones complejas y triunfos de esos que dejan un sabor dulce. Un prescindible para quienes prefieran la literatura abstracta y un infaltable para los fanáticos del realismo. Ése sería mi veredicto.