viernes, 15 de julio de 2011

Pasiones del espíritu, de Irving Stone


Si algo he aprendido en estos cinco meses de cesantía, es a tener paciencia. Algo que, por algún motivo, no había logrado nunca antes en mi vida. Pero claro, cinco meses es nada. Eso me queda claro después de haber leído la biografía de Freud.

Sigmund - Sigi, para los amigos - tuvo que soportar años de frustraciones. Rechazaban sus ideas, lo rechazaban a él, rechazaban todo. La sociedad no lo quería. Pero de alguna manera se mantuvo firme en su camino y llegó a ver su nombre grabado en granito. Algo que varias veces dijo que no le interesaba, pero que en realidad era su motivación más grande.

No acostumbro a leer biografías. Pero como mi principio es leer todos los libros que me presten, leí a Irving Stone. Y lo amé. A diferencia de las biografías que se limitan a hechos científicos o históricos según sea el caso, en "Pasiones del espíritu" está toda la historia de Freud. Desde que estudiaba medicina y era más o menos pobre, hasta que se casó con el amor de su vida y terminó convirtiéndose en el fundador del sicoanálisis. Stone no le tiene miedo a los detalles, y eso es fascinante. Claro que no resultó un libro fácil. Sí resultó una experiencia enriquecedora, completa y compleja, donde pude conocer las miles de aristas de quien, para mí, se acaba de convertir en un genio incomprendido.

Por eso, como Freud, decido tener paciencia. Quizá algún día yo también cumpla todos mis sueños y vea mi nombre grabado en granito. O en la portada de un libro.