Vocación es una palabra grande. Inmensa.Define la vida de quien, ante la posibilidad de optar entre lo conveniente y lo apasionante, elige lo segundo.
Cuando estaba en el colegio - debe haber sido en octavo o algo así - leímos a Quiroga. Catorce años después no tengo muy claro de qué se trataba el libro completo, pero sé que me marcó profundamente. Fue la primera vez que leer me dio miedo de verdad. Y claro, mi cuento preferido, El almohadón de plumas, todavía me asusta cuando lo pienso.
Creo que sólo por eso - por el recuerdo, por la ansiedad profunda, por los escalofríos que llegué a sentir sentada en la alfombra de la biblioteca incluso cuando estaba al lado de la estufa - defendí tanto este libro cuando supe que lo habían sacado de la lectura complementaria de primero medio en el colegio donde trabajé seis meses.
¿En qué momento y pensando en qué decide alguien que Quiroga no se puede leer a los catorce años?
Volver a escribir ha hecho que me cuestione tantas cosas. Al mismo tiempo, me ha entregado certezas profundas. Mi vocación es innegable.
Si no vivo por la defensa de la libertad, entonces nada más tiene ningún sentido.

.jpg)
.jpg)