La primera vez que leí El Principito debo haber tenido siete años. Nunca logré ver el elefante dentro de la serpiente, pero puedo decir a mi favor que tampoco vi el sombrero. Desde entonces, las rosas pasaron a tener un valor especial y los zorros a ser animales que hablan. Pero lo que más me gustó del cuento fue la dedicatoria. Todavía hoy, cuando pienso en los rumbos que toma mi vida, la vuelvo a leer. Siento que soy de las pocas personas grandes que recuerdan que antes fueron niños. Y eso me hace bien.
"A LEÓN WERTH
Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo; incluso los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria:
A LEÓN WERTH
CUANDO ERA NIÑO"
(Antoine de Saint-Exúpery)
Querida Amiga, no te imaginas cuanto me gusta leerte, me siento absolutamente identificada...
ResponderEliminarSiempre quedo con la sensación de TENER que salir corriendo del trabajo, agarrar un cuaderno y sentarme a escribir... y recordar la niña que fui antes...
Beso
Y.