He leído harto a Fuguet, en distintos momentos de mi vida. A veces me ha gustado, a veces no. Pero hoy en la micro venía pensando en qué voy a echar de menos de Santiago, la ciudad que me vio nacer y crecer, y me acordé de este libro.
Puede que Santiago sea esencialmente un lugar mala onda. Las personas no se saludan en la calle, se empujan en lugar de hacer fila y apenas pueden atacan a las promotoras para que les regalen cualquier cosa. Está lleno de edificios y de autos y de tacos. Pero hay detalles de Santiago que me encantan. El parque forestal, por ejemplo. El árbol que quedaba justo frente a mi departamento en Providencia al que me podía subir a escuchar música y llorar. El café Mosqueto. El Patio. Las galerías de libros usados entre Manuel Montt y Salvador. El centro. El cine arte Alameda.
Cuando leí Mala Onda la primera vez debo haber tenido trece años y me cargó. Lo releí mucho después, a los veinte, y me encantó. De hecho, me gustó tanto que empecé a buscar el City Hotel sólo para ver la fachada. Eran las once de la mañana cuando lo encontré y no me dejaron entrar al bar. Después desapareció.
Al final, sólo escribí de este libro para poder escribir de Santiago. Algo. Lo que pienso a tan poco tiempo de partir.
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ResponderEliminarHola ¿ te vas de santiago en forma definitiva ?
ResponderEliminar, pero vas a seguir comentando de libros ?
saludos , lgk
sí y sí!!
ResponderEliminarasí que me puedes seguir recomendando libros cuando quieras.
:D