jueves, 10 de febrero de 2011

Papelucho, de Marcela Paz

Hoy me despedí de Santiago. Anduve en micro hasta Vicuña Mackenna, caminé por el Parque Forestal, me tomé un helado de miel de ulmo en el Emporio La Rosa y cuando llegué a Lastarria compré un Papelucho usado, bien viejo. Una edición de 1986 que era de Paula Gatica A. O por lo menos eso dice en la primera página, en lápiz azul con letras redondas.

Los libros de Marcela Paz deben haber sido los primeros que leí en mi vida. Todavía hay frases notables de algunos que me sé de memoria, como el principio de Papelucho en la clínica - "Por culpa de Casimiro casi muero" - o parte de mi hermana Ji - "Antes, cuando era chico, quería tener una hermana menor para poder mandarla. Pero ahora que la tengo me arrepiento". Papelucho hacía y decía cosas divertidas, hablaba un poco raro y me gustaba (me gusta) por su estilo sencillo y directo.

Hoy caminé desde Seminario hasta Lyon por Providencia, con lluvia y música, pensando en que hay tantas cosas que quizá no voy a hacer nunca más. Entré al café literario, me subí a mi árbol preferido y miré mucho rato el departamento donde viví tanto tiempo y tantas cosas. La nostalgia es tan tonta y tan mía. Tan inevitable ahora. Por eso compré Papelucho. Por eso lo voy a releer, y de hecho, lo releo mientras escribo. Porque si algo me ha enseñado la vida es que lo bueno hay que repetirlo todas las veces que se pueda.

1 comentario:

  1. Cuando compro un libro usado y viene con nombre, me pregunto quién era esa persona y qué la llevó a deshacerse de su libro o, cuando son muy antiguos, me imagino su casa arrasada por los Traperos de Emaús, o algún sobrino-nieto llevando cajas y cajas a los vendedores de Manuel Montt o San Diego... Sobre Papelucho, qué lindo que es, creo que es de las lecturas más refrescantes que tuve en la infancia, y aun de cuando en cuando recurro de nuevo a él y me deleito-mato-de-risa con sus aventuras. ¡Saludos!

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