miércoles, 23 de marzo de 2011

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson

Tengo varios clásicos pendientes. Éste era uno de ellos y, en mi visita a Santiago, lo compré muy barato en una librería de Providencia. Claro que yo pensé que todo el libro era sobre Jekyll y Hyde. Pero no. Por lo menos en esta versión aparecían otras tres historias: El club del suicidio, El diablo de la botella, y Olalla. Nunca había leído a Stevenson. Me gustó, aunque yo pensé que me iba a gustar más.

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde fue el libro perfecto para mi paso por la capital, que me dejó más segura que nunca de que no echo nada de menos el metro, ni el Transantiago, ni las millones de personas que repletan las calles. Yo sé, no ha pasado tanto tiempo, y puede que eventualmente sí me falte un poco más de caos en la vida cotidiana. Por ahora no. Nada. Me sentí un poco como los personajes de Stevenson. Con dos aspectos tan definidos y tan distintos. Feliz de ver a la gente, al mismo tiempo que abrumada por la realidad.

Además, siempre he pensado que dentro de mí hay dos Caros. Está la Carolita - dulce, amorosa, simpática, divertida, acogedora, comprensiva - y la Carolina - caótica, desordenada, impulsiva, egoísta, mal genio, irónica. En general conviven bastante bien, y me convierten en mí. A veces alguna predomina. Y mientras en Santiago tiende a aparecer con más frecuencia la segunda, acá en el sur soy casi siempre la primera. Eso es lo que me confirma que tomé la decisión correcta.

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