lunes, 14 de noviembre de 2011

Romeo y Julieta, de William Shakespeare

Me gustan los amores imposibles. Siempre me han gustado. Incluso en la adolescencia, cuando estaba segura de que nunca me casaría porque el amor es eterno mientras dura y nada más, me gustaban. Por eso después de descubrir Romeo y Julieta - gracias a la película de Leonardo DiCaprio a mis dulces doce años - lo debo haber leído unas veinte veces.

Lo que más me encanta de esta historia es que no es una tragedia, aunque lo parezca. ¿Cómo va a ser trágico que dos personas destinadas al odio, o en último caso a la más profunda indiferencia, se conozcan y se enamoren tanto que no puedan concebir la vida sin compartirla? No puede ser una tragedia que Romeo renuncie a su nombre porque a Julieta le molesta. Y menos que alcancen a casarse en secreto, que se escondan, ni que estén dispuestos a perderlo todo en nombre del amor.

Como defensora de los romances, siempre esperé que algo así me pasara. Que en el momento menos pensado apareciera alguien que remeciera mi mundo. Hasta que me pasó.

Quedaban dos meses para mi matrimonio cuando me subí al ascensor donde vi por primera vez al amor de mi vida. Contra todo lo que se esperaba de mí - y contra viento y marea, y contra las fuerzas enemigas, y contra lo que quisieran - me quedé con él. Han pasado dos años y medio. Hoy puedo decir, con la misma certeza del primer día, que fue lo correcto. El amor siempre es lo correcto y eso Romeo y Julieta lo supieron. Basta para que este libro no sea una tragedia, sino una de las más lindas historias de la historia.

1 comentario:

  1. Como no estar de acuerdo??? Vivir, siiiiii el amor, es eso, amar y vivir intensamente, no dejar de besar a tu amado sentir que son uno.
    Feliz año!!!!
    Siri

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