viernes, 19 de noviembre de 2010

El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas

Hace un par de años tuve un gato que se llamó Conde. Originalmente se iba a llamar Edmundo, pero justo se puso de moda Edmundo Varas y truncó todos mis planes. Es que cuando leí "El Conde de Montecristo", me enamoré. De verdad. Si alguna vez dudé acerca de mi sentido de justicia, este libro me esclareció. Y no se trata sólo, creo yo, de una apología de la venganza. Es la expresión clara y concreta de cómo actúa el karma.

De acuerdo a la ley del karma, básicamente, cada acción tiene una reacción. Y al final todo lo que hacemos se devuelve. Entonces: actuamos de manera correcta y honesta y nuestra vida será correcta y honesta. Seamos turbios y tránsfugos y eso mismo recibiremos. Sin linealidad de tiempo.

Entonces cuando al pobre Edmundo Dantés lo obligan a pagar por crímenes que no cometió, y de paso le quitan a su único amor, algo tiene que pasar para que el mundo tenga sentido y no se convierta en un montón de injusticias que no llevan a nada. No voy a escribir acá qué es eso que pasa, pero pasa. Mucho. Y el libro mantiene la misma vigencia desde el sigo XIX - y quizá sea cada vez más vigente en lugar de avejentarse como hacen las personas - porque se trata de una ley universal y atemporal. O por lo menos eso pienso.

3 comentarios:

  1. ¿Has leido a Murakami?, si es que no, te recomiendo "Cronica del pajaro-que -da- cuerda- al- mundo" , libro ultra-inquietante, ojala lo comentes
    saludos

    ResponderEliminar
  2. ASÍ QUE ABRISTE ESTE NUEVO ESPACIO CON COMENTARIOS DE LIBROS. TRATARÉ DE PASAR SEGUIDO.

    TE AGRADECERÉ TUS PALABRAS EN TU BLOG ANTERIOR.

    UN ABRAZO GRANDE.

    ResponderEliminar